domingo, 3 de enero de 2010

Naúfrago


Apresurado debo librarme del lastre y de todo aquello que entorpece mi avance. Atrás dejo recuerdos, prejuicios y sigo adelante sólo con lo que necesito para alcanzar mi destino.

A mis pies yacen las ahora inútiles prendas que me servían de escudo y protegían mi intimidad de ojos extraños.

Así navego en una tempestad furiosa de pliegues a través de las sábanas. Avanzo enérgico hacia la tierra firme que es tu cuerpo.

Tus brazos abiertos son el caladero donde desembarco. Busco calmar mi sed de náufrago en el manantial que se esconde tras tus labios. Nuevas energías me reviven y trepo los montes de tus pechos, y beso sus cumbres coronadas.

Vuelvo al mar de sábanas que te rodea, y paso junto a los acantilados de tus muslos. Llego a las penínulas de tus pies y avanzo hacia la bahía de tu sexo.

Clavo el mástil imponente en las arenas humedas de tu bahía y el estremecimiento que provoca me hace dudar de la firmeza de estas tierras.

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