domingo, 3 de enero de 2010

Grupo de estudios


-Adiós papá.

-Adiós nena, nos vemos mañana y no estudien demasiado.

-No, lo justo nada mas.

Se dieron un beso y sonrieron al despedirse. El auto se alejó silenciosamente en la tranquila y cálida noche de aquel barrio residencial. Su padre giró en la esquina de la ancha calle vacía. El alumbrado ambarino iluminaba los frentes de los chalets alterando los colores reales tiñéndolos, haciendo imposible adivinarlos.

Se dirigió a la puerta del chalet de Verónica, y tocó el timbre, que sonó con el típico "ding-dong". No pasó mucho tiempo hasta que Verónica apareció en la puerta, recibiéndola con una amplia sonrisa.

-Hola Caro, venga pasa. Estamos por comenzar.

Pasó al salón y vio el ambiente ya preparado. La mesa cubierta de libros y apuntes, una botella de agua, un plato con galletas, un termo con café, una pila de tazas preparadas para ayudarlas a mantenerse despiertas hasta muy tarde y a Isabel sentada y acomodando sus papeles.

-Un poco más y comenzaban sin mí.

-Nooo! Bueno, aunque es la primera vez que estudias con nosotras, te esperamos, incluso aunque te hubieses demorado un poco más.

Carolina se ubicó en la silla que tenía la porción de mesa menos ocupada, e hizo un poco de espacio para sus cosas.

-La verdad que el examen parece complicado -dijo.

-Sí, un poco, no será para tanto, ya verás. Me voy a servir agua, ¿alguna quiere?

-Yo sí -dijo Isabel, apenas levantando la vista de sus apuntes.

-¿Caro?

-Vale.

Verónica sirvió los tres vasos, y les alcanzó los suyos a las chicas. Luego comenzó una charla trivial con Isabel, mientras cada pocos segundos miraba a Carolina.

Esta bebió su vaso, sintiendo un leve regusto agrio.

-Mmm -dijo con una mueca -. Tiene gusto raro.

Verónica la miraba a los ojos con una sonrisa, y asintió.

Carolina de pronto se sintió mareada y lo último que vio antes de que todo se quedase a oscuras y en silencio fue a Verónica apoyando el vaso en la mesa y acercarse rápidamente a ella, para sostenerla.

No supo dónde estaba al recobrar el conocimiento, ni que hora era. No sabía lo que había sucedido y en su aturdimiento demoró unos momentos antes de notar la lengua que la penetraba.

-¡¿Qué?! ¡No! -quiso moverse pero estaba desnuda sentada sobre un sillón de oficina estilo ejecutivo, y tenía las muñecas firmemente sujetas a los apoyabrazos y los tobillos a las patas. Sus piernas permanecían abiertas porque estaban sujetas por las rodillas a la estructura haciéndole imposible cerrarlas-. ¿Pero que hacen? ¡Déjenme!

Isabel era la que la penetraba con su lengua. La lamía, le mordía los labios, le acariciaba el clítoris. Al parecer al estar inconsciente y haber recibido ese trato entre sus piernas, su cuerpo había reaccionado sin importar la situación, humedeciéndose.

Unas manos la rodearon por detrás y se aferraron a sus pechos turgentes, presionándole los pezones con un intenso masaje. Verónica le dijo al oido susurrando:

-Si vas a gritar, te ponemos una mordaza...

Carolina asustada giró su rostro y quedo cara a cara con Verónica que le tomo la cabeza con ambas manos y le dio un beso de lengua breve y sorpresivo, para volver a poner sus manos en sus tetas y masajearle los pezones, por cierto ya erectos.

-No, déjenme... déjhenmhe... Isabel... dhéjhamhe...

Se estaba excitando, excitando mucho. Verónica lamía su cuello pero Carolina no se entregaba, lo escondía con su rostro.

Isabel la penetraba con dos dedos mientras frotaba su ano y lamía su clítoris haciéndole imposible concentrarse en pedirles que se detengan. Las manos de Verónica le masajeaban los pezones deliciosamente pero todo aquello no era correcto además de delicioso... pero no estaba bien.

Verónica se inclino sobre Carolina desde atrás y la tomo por debajo de las rodillas, levantándoselas y trayéndolas hacia ellas, provocando que quedase aun más abierta.

-Cómele el culo -dijo.

Isabel se aferró a las nalgas de Carolina y se las separó, revelando un suave y rosado ano, que palpitaba. Se acercó y se lo comenzó a lamer y a penetrar con la punta de su lengua.

Verónica se puse a susurrarle cosas al oído que la excitaban muchísimo. Cosas como:

-Déjate putita. Se que te gusta. No te hagas la difícil si lo estás deseando tanto como nostras. Te gusta ser nuestra hembrita.

Carolina estaba conteniendo sus gemidos y jadeos.

-Follatela ahora -dijo Verónica.

Isabel se puso en pié, mostrando su cuerpo desnudo y bello, y mostrando el adminículo lésbico que consistía en un pene de silicona que se sostenía de un arnés en su cintura, haciéndo parecer que tuviese un pene.

-¿Qué? ¡No! -dijo Carolina.

Abierta por Verónica, se ofrecia a Isabel contra su voluntad.

Isabel se acercó, apoyando una mano en el alto respaldo del sillon al que Carolina estaba sujeta. Acomodó sus rodillas contra el borde del asiento, y se inclinó sobre el cuerpo caliente de Carolina mientras con la mano libre tomó el pene de silicona que colgaba de su pelvis y se lo introdujo, penetrándola.

-Aahhhhh...! -jadeó Carolina sin poder contenerse.

Las manos de Isabel ahora se apoyaron en los apoyabrazos a los que Carolina estaba atada y comenzó a mover su cadera follándosela lentamente. Sus tetas colgaban firmes sobre la cara de Carolina. Verónica mientras manoseaba las tetas de Caro, lamía los pezones de Isabel, que no contenía para nada sus gemidos y jadeos mientras se follaba a Carolina.

-Ahh... Ahh...Ahh.. Dehhhjehhhhnmhhhhe... Ahhh...

-Ahora por el culo... -dijo Verónica.

-Nooo! Nooo! -dijo Carolina, pero de poco le sirvió.

Isabel se incorporó de nuevo retirandole el pene de su coño y se lo reubicó sobre ese ano rosado y empujo hasta que venció la resistencia inicial, luego la penetró fácilmente por la suavidad de la silicona y la lubricación que había adquirido en su coño.

-Isabel... Isabel... no... no... por ahí no... -decía Carolina entre quejidos y jadeos.

Después de un rato en el que Isabel la penetró y masturbó sin dejar que se corra, Verónica dijo:

-Ahora yo...

Isabel se incorporó y se quitó el pene, aunque Verónica tenía el suyo ya colocado. Mientras la penetraba por el coño sin que Carolina se queje ya, le dijo a Isabel:

-Que te lo coma...

Isabel se trepó al sillón y calzó su coño en la boca de Carolina y se frotó contra esta. Verónica se acomodó como Isabel antes, y además de follarse a Carolina, le lamió el ano a Isabel que en su postura tenía todo a disposición de ellas.

Los gemidos no tardaron en escapárseles.

Verónica pasó del coño de Carolina a su culo sin que se escuchasen sus quejidos. La penetró y masturbó, ahora sin detenerse cuando sintió que se venía.

Isabel sintiendo los jadeos orgásmicos de Carolina en el interior de su propio coño la acompaño en la corrida frotándose más rápido contra su boca. Verónica mientras se movía follandole el culo a Carolina se producía placer a sí misma gracias al formato del adminículo lésbico que vestía, que tenía un pequeño pene que la penetraba a ella. Al escucharlas a las dos correrse, se vino también intensificando la fuerza con que le penetraba el culo a Carolina, y con la intensidad con que se lo lamía a Isabel. El circulo virtuoso de placer las llevó a un múltiple orgasmo a las tres.

Carolina lloraba mientras la desataban, mientras se vestía y mientras esperaba al taxi que la llevó a su casa.

Isabel y Verónica se quedaron juntas a pasar la noche. Conversaron sobre la experiencia de violar a su compañera, de la excitacion que ella había sentido y el placer que había experimentado pero que no había sido capaz de superar el tabú y entregarse a una noche de sexo lésbico inolvidable. Se masturbaron mientras hablanban. Verónica se la comió a Isabel una vez, pero no gozaron del todo porque estaban preocupadas, porque esperaban una llamada.

La llamada de los padres de Carolina. Habían pensado que la convertirían, eso había parecido por como creyeron que había respondido a sus flirteos en la universidad. Pero no había sido así.

Estaban las dos echadas en la cama, en silencio sin dormir, cuando sonó el teléfono.

Se miraron atemorizadas. El problema en el que se meterían sería enorme, incluso con repercuciones criminales si decidían los padres de Carolina denunciar el hecho en la policia.

El telefono sonaba rompiendo el silencio de la noche.

Verónica lo levanto temerosa.

-Diga...

Silencio

-¿Si? Diga...

-Verónica.

-¿Caro?

-Sí, Carolina.

-Oye Caro, yo...

-¿A que hora nos reunimos mañana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario